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3 ago 2014

¿Vamos a juegar?

Los chicos son curiosos y creativos. Y nosotros también, aunque el tiempo, la rutina y la experiencia nos haga aminorar lo primero y relegar lo segundo. Sin embargo, este día rememoré un poco de estas cosas (mentira, sigo siendo curiosio y creativo, por eso puedo escribir esta gilada ò_ó )

Este día vinieron familiares a casa. Y ahí estaba, el primito de 5 años. Travieso, juguetón, etcétera.

Y como suele pasar cada vez que vienen familiares a casa, cedo la computadora y me pongo a jueguear en la consola. Y fue ahí cuando al chiquito se le ocurrió ponerse a ver cómo jugaba. Ahí estábamos. Él miraba y yo tenía el mando, el control del personaje. Y en un momento, él quiso saber cómo se sentía eso de manejar al personaje de eso llamado videojuego.

No quería que él viviera lo mismo que yo de chico, de ver que los primos más grandes tengan los re juguetes y que no te dejen tocarlos, así que, resistiéndome un poco al sentido común de "es un pad de $600", le dejé toquetear el control al pibe mientras jugaba. Así terminé chocando el auto una vez y siendo cagado a palos otra, pero no importa. Hoy día los checkpoints son generosos. Sin embargo, el nene se daba cuenta de que estaba perdiendo (bueno, no. no se daba cuenta de nada, pero hagamos de cuenta que sí por poesía poética) y también insistía en que le diera el control para él solo. Así que en vez de echarle insecticida, agarró una ideota; agarré un control de Xbox 360 que uso para la PC, lo enchufé a la PS3 y le dije "tomá. ahora vamos a jugar de a dos".

El truco no va a funcionar siempre. Tarde o temprano se va a dar cuenta de que, bueno, el control no anda, de que cuando aprieta el botón del medio soy yo el que hace sonar el claxon y que su apoyo en todo este asunto no estaba en la jugabilidad, sino en la moral del equipo; porque su juego hacía que, realmente, sintiese que estaba jugando, por más redundante que suene.

Me sentí tan contento por la experiencia que, en un momento, agarré y le saqué una foto al primito con el joystick en la mano.

Seguramente él no tenga mucha idea de lo que pasamos, él sólo se puso a jugar con algo como lo haría con cualquier otra cosa. Es a mi a quien de verdad le marcó la experiencia, cuando el piquitín tenga un par de años más, le voy a mostrar esa foto para recordarle la vez en que cagamos a piñas a yakuzas y atropellamos peatones en el Watch Doges.

Aunque... a todo esto, también podría sacar una segunda reflexión, no tan feliz.

¿Y la foto? y, la verdad es que... al final decidí no subirla. Porque, bueno, ya saben cómo es internet y las redes sociales. Tengo el incómodo presentimiento de que si subo esa imagen, tarde o temprano alguien va a distorsionar su significado. Van a ponerle el logo o la marca de agua y van a decir que ese nene de 5 años es un "niño rata", o similares, así que no.

Pero volviendo al lado bonito de la anécdota, poquito después se me ocurrió que había otra foto que podía sacar. Una imagen que redondea un poco la intención de la anécdota.


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