El siguiente servicio de Monitoréo Clandestino™ es auspiciado por el FBI©

26 dic 2012

El respeto por los más chicos, reflexión personal y un quotéo al respecto

Este es un tema que salió en la mesa familiar navideña.







Una tía mayor hablaba de otras épocas diciendo "en aquel entonces los chicos eran más educados. Ellos se quedaban en la mesa. Vos estabas cinco horas comiendo, haciendo digestión y charlando y ellos educados no se movían ni decían nada." a lo que tiré un "ah claro, como las mascotas. Mirá como al pichicho ese al que lo veo mal y ya agacha la cabeza". Por un lado hay gente que habla de educación, de cortesía, de respeto y de valores, pero por el otro demuestra que esas prácticas son una forma de imposición agresiva de las normas. En las que los chicos no son partícipes intelectuales ni tenidos en cuenta para la participación familiar, pero que irónicamente tampoco tienen permitido desenvolverse entre ellos en su propio círculo y quedando relegados al rol de una presencia pasiva.

Al final me quedé hablando solo de un tema que más que interés y debate generó tras un incómodo silencio una necesidad imperiosa por pasar a otro tema. Fui desubicado en lo que dije... en ese conservador contexto. Pero saben qué. Puta que valió la pena. Ahora con 23 jodidos años finalmente pude estar en un grupo familiar así y convertir en palabras todos esos sentimientos que de chico consideraba injustos pero que por la falta de desarrollo intelectual y conocimiento del momento ni habría pronunciado así que de algún modo me sentí contento y orgulloso, habiendo tiempo después llegado a un respetuoso consenso reflexivo con familiares íntimos al respecto.





En fin, el tema de los más chicos, el respeto, el trato inteligente, las excusas de "si no les parás el carro te pasan por arriba" y un análisis sobre nosotros mismos, experiencias y crianza. Minga que hay tema para distenderse XD

En fin, quotéo algo que considero valioso al respecto;


Fuente: Cuentos para Dormir


Uno de los valores que más echan en falta los adultos en los niños de hoy es el respeto. ¿Por qué es un valor tan castigado? ¿cuál es la mejor forma de inculcarlo desde pequeños? En estas líneas trataré de dar mi visión sobre este tema y contestar a estas dos preguntas.

Antes de empezar, hay que aclarar que nada tiene que ver el respeto con el miedo. Digo esto, porque mucho de lo que los adultos denominamos respeto, no es más que una variante del miedo. Afortunadamente, quien busque miedo entre los niños de hoy, difícilmente podrá encontrarlo, gracias a la protección que la sociedad les proporciona.

Pero quien busca respeto, también rara vez lo encuentra, porque inculcar algo parecido al respeto sin hacer uso del miedo, es una tarea de primer nivel educativo. ¿ Y por qué es tan difícil? En mi opinión, y aquí radica la clave, es porque el respeto es algo que el niño debe respirar desde muy pequeño.
Y para ver cuánto de esto respiran los niños de hoy, debemos analizar su entorno buscando muestras de respeto. Y aquí llega la sorpresa: puede que los padres y educadores se respeten entre ellos y a otros en mayor o menor medida, pero en lo que coincide la gran mayoría, es en que no respetan precisamente al niño. Esto es especialmente cierto cuanto más pequeños son los niños: ¿cuantas veces hemos escuchado a nuestros hijos sin hacerles ningún caso, asintiendo mecánicamente a lo que dicen?, ¿o cuántas veces nos han preguntado algo que les preocupaba, por raro que fuera, y les hemos respondido con algún engaño o tontería por despacharlos rápido? ¿o cuántas veces les pedimos que se vistan o coman sin preocuparnos lo que tengan que decir? Pensemos cómo nos sentiríamos si nos tratáramos a nosotros mismos como tratamos a nuestros hijos cuando estamos sometidos a estrés o tenemos prisa. Pues ellos se sienten igual, porque por ser más pequeños no son menos personas. Y desde pequeños, al sentirse ignorados y/o ninguneados, empiezan a incubar esos mismos comportamientos hacia los demás.

¿Y cómo podemos enseñar respeto? Pues la mejor forma que conozco es practicándolo con ellos mismos: atendiéndoles cuando hablan, aunque para ello haya que pedirles que esperen dos minutos hasta poder prestarles atención; o escuchando sus extrañas inquietudes, con las cosas que les importan, y haciéndoles preguntas sobre ellas para que vean que les atendemos; y respetando absolutamente a todo el mundo: cada vez que vean que por la calle, o conduciendo, o en cualquier sitio, sus padres faltan al respeto a alguien, el mensaje que reciben es claro: "hay algunos que no merecen respeto". De ahí, a decidir ellos mismos quiénes son esos "algunos", sólo hay un paso.

Pongamos, pues, empeño en respetar a nuestros hijos. Ese respeto no sólo es un valor en sí mismo, sino una ayuda y una guía indispensable para gobernar toda nuestra relación con los hijos. Cuando dudes cómo abordar cualquier situación con tus hijos, analiza las opciones con la lupa del respeto, y verás cómo desaparecen varias opciones, y las que te queden serán las mejores.

No hay comentarios: